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- Bien, en ese caso te conseguiré una licencia para que andes por ahí sin problemas, pero
el joven Marlowe tendrá que ir por libre como ya habrás imaginado. Dicho esto, si os parece
celebremos el acuerdo con un trago de licor dulce, luego daremos un paseo. Y mete a ese
enano en la ducha por Dios, el despacho huele a azufre.
- Haré lo que pueda socio, pero no es una tarea fácil meterlo en la bañera, de todas formas,
uno se termina acostumbrando.
Iba a ser como trabajar con mi abuelo, pero qué demonios, lo de la Plaza Roja era aburrido
y aunque llevaba ya algunos años fuera de este mundillo siempre me había gustado y pa-
recía que al mono también; tenía madera. No podíamos perder la oportunidad de meternos
de lleno. Además, aunque físicamente su cuerpo comenzara a jugarle malas pasadas, ese
carcamal tenía experiencia y contactos de sobra.
Después de la amena charla y del licor volvimos a casa con una buena sensación en el cuerpo.
Mikki cenaba mientras veía su película de kung-fu preferida.Yotomaba té mientrasorganizaba los
disfraces, barbas y barrigas falsas, gafas y chismes que me había prestado el viejo. La verdad
es que estaba emocionado, y supuse que el pequeño Marlowe también. No le pude preguntar,
había terminado de cenar y estaba roncando en el sofá.