Page 5 - Psicoesfera_Regular8_40
P. 5

Estaba soñando que inhalaba DMT con Richard Stall-
                          man mientras jugaban al comecocos. Un golpe seco en
                          la nuca le hizo abrir los ojos. Al focalizar, Barb se encon-
                          tró con su colega algo enfurecido:


                          —Conan tío ¿qué pasa? —preguntó somnoliento.


                          La habitación olía a destilería.



                          —Vamos levanta, tenemos que ir a ver a ese tal Bai —
                          se mostró impaciente.


                          —Pero si no son ni las…


                          —¡Son las diez! —interrumpió Conan— ¡Levanta!


                          Antes de acabar la frase le estiró de la pechera y lo puso

                          en pie. Barbabar soltó una arcada y se recompuso sin
                          llegar a vomitar. Esa tosca manera de levantarse le es-
                          taba poniendo muy nervioso.


                          —¡Oye! Debes dejar de sacudirme —se le hizo la boca                                        Revista PsicoEsfera
                          pequeña cuando visualizó esa criatura gigante de mús-
                          culo y carne—. Bueno—ladeó la cabeza—, larguémo-
                          nos de aquí.
                                                                                                                     5
                          El gigantón le empujó hacia la puerta metiéndole prisa.
                          Barbabar se revolvió con una patética mirada de furia

                          que acabó convirtiéndose en la mueca de un payaso.
                          Salió rápido y vio que no estaba el “amigo” tras el mos-
                          trador. Se fijó en la caja registradora. «Una buena oca-
                          sión para conseguir un dinero extra» pensó, pero antes
                          de meter las zarpas se dio cuenta de que la mole inmen-
                          sa le pisaba los talones así que decidió dejarlo pasar sin
                          discutir, mejor dicho, sin morir aplastado por ese tren.
                          Barbabar andaba delante de Conan, andaba como aquel
                          que no quiere ser baleado antes de llegar al paredón.

                          Tenía lagunas de la noche anterior y no sabía que es lo
                          que podía haberle dicho para que su compañero le tratase
                          así, está claro que le dijo algo, no sabía exactamente el qué,
                          pero tenía que importarle. Necesitaba información.
   1   2   3   4   5   6   7   8   9   10